12:30 de la madrugada,
lo veo en la sala terminando algunos asuntos pendientes de trabajo; desde la
puerta lo observo de lejos mientras mordiéndome los labios cientos de ideas
recorren mi cabeza.
Me dirijo hasta el sofá…
la sala se siente tibia y a la vez acogedora por la pobre luz que emana de la lámpara
iluminando sutilmente el lugar.
Me paro frente a el
mientras con mis manos dejo caer al piso la ligera y sexy bata de noche. Sus
ojos como faroles se alzan ante la silueta de mi cuerpo, expectante, anonadado.
- Suficiente trabajo por
hoy. Le dije
Tomé una frisa que
estaba tirada a su lado y la extiendo sobre el suelo, tomándolo de la mano lo
levanto del sofá y sin perder contacto visual empiezo a desvestirlo lentamente
mientras un baile erótico invade mi ser con una música que solo el deseo sabe
entonar.
Desnudo frente a mí, me
despego unos pocos centímetros y lo miro de arriba abajo, de abajo a arriba
mientras mi lengua se muere por probar cada parte de el.
Ejecutando lo que le
digo, se coloca en la frisa boca abajo, y yo montada sobre su espalda empiezo a
acariciarlo lentamente con la punta de mis uñas mientras le voy susurrando al oído.
El aceite cae sobre su
piel mientras mis manos van expandiéndolo… por su cuello, hombros, espalda; muy
muy lentamente pero con firmeza… movimientos circulares que van provocando
reacciones sobre su piel. Se tensa, se eriza, de su voz sale un gemido mientras
muerdo dulcemente su oreja izquierda, y excitada yo sabiendo que lo tengo bajo
mi poder, a mi merced.
Le ordeno que se coloque
boca arriba, mientras con mi mano derecha tomo un cubito de hielo de su tan oportuno vaso de whisky. Muy despacio voy recorriendo cada parte de su pecho, viajando lentamente
hacia el sur donde mi lengua sedienta sigue el trayecto del recorrido
humedecido…
Llegando a su pelvis me
detengo, y encima de él empiezo a recorrer con el hielo los alrededores de mis
pezones… dejo caer algunas gotas desde mis pechos hasta mi ombligo, donde rápidamente
viaja hacia mi sur y hace que me excite, que empiece a gemir de una manera que
lo vuelve loco.
Sus manos sobre mis
muslos, con movimientos excitantes nos van incitando cada vez más a llegar
donde queremos.
Mientras le digo que por
nada del mundo deje de mirarme a los ojos, voy bajando a donde he querido ir, a
esa fuente de placer que hace alarde de tanto poder sobre si, y que con tan
solo pasar mi lengua me hace desear más y más.
Sin dejarlo llegar me
monto sobre él, cual jinete domando su caballo…
Masajeo mis pechos
mientras sin dejar de mirarlo subo y bajo, sentirlo dentro de mí, así de esa
manera provoca que mi cuerpo eleve sus niveles de excitación y consigo los
movimientos que cada vez van provocando mas gemidos, esos gemidos que llaman a
gritos la liberación de esas aguas dulcemente estancadas… y así es como las
dejamos correr, las dejamos salir de estos cuerpos que una vez sedientos se
llenaron de tanto, y esta es su manera de agradecer a gritos, a gritos exquisitamente humedecidos.