domingo, 18 de diciembre de 2011

Tan bueno como para ser contado

Esa tarde había una fiesta en casa de mi amiga Julia. Ella tiene una casa hermosa en las afueras de la ciudad, con una vista impresionante.

Allí lo conocí, recuerdo que de lejos notaba la forma en que me miraba, mientras yo bailaba veía como tomaba los largos sorbos de su cerveza sin despegar la vista de mi.


Discretamente le pregunte a mi amiga sobre el, le dije que me parecía un chico interesante, y ella me contesta que ese es su primo que recientemente había llegado de viaje y que justamente antes de yo hablar con ella ya el le había preguntado sobre mi. Wow, eso me hizo sentir unas ligeras cosquillitas en el estomago y solo me provoco mirarlo y sonreirle de una forma un tanto insinuante.

Mientras todos hablaban y bailaban, yo decidí ir a la cocina con la excusa de buscar una botella de vino, pero antes le hice la proposición con la mirada de que me siguiera.


Estuve en la cocina por unos cinco minutos, ya no iba a venir, seguramente se asusto con mi forma de ser tan directa y se quedo pensando cosas horribles de mi. - Eres una estúpida. Me dije a mi misma en voz alta.

- No creo que lo seas, disculpa la demora, estuve asegurándome de que nadie nos viniera a interrumpir. Así me dijo el estando pegado a mi espalda mientras me apretaba delicadamente. Me di la  vuelta y lo único que se nos ocurrió fue besarnos. Me tomo por la cintura y me sentó en la meseta de la cocina... empezó a besar mi cuello de una manera sumamente deliciosa.




Había mucho ruido en la casa, las personas hablando fuerte, la música alta, el sonido de las botellas y las copas, todo nos resultaba molesto en ese momento, sentíamos la necesidad de estar solos, de tener un poco de privacidad.

Le dije que en ese lugar no me sentía cómoda, que no me podía concentrar en lo que estábamos haciendo, y que quería que fuéramos a otro lado. El me dijo que eso no era problema, que conocía un lugar por ahí cerca que estaba seguro que me iba a gustar. 

Salimos por la puerta de atrás de la casa, nos montamos en su carro y en menos de diez minutos ya estábamos en el lugar. Me llevo a un rio que tenia una cascada impresionante. Por suerte habíamos traído algunas cervezas con nosotros. Nos recostamos en la arena y entre palabras y algunos tragos ya el deseo se hacia presente.


El sonido de la cascada al ritmo de nuestros besos, sus suaves manos por todo mi cuerpo. Solos el y yo en ese lugar paradisíaco con el temor de que alguien nos fuera a encontrar, eso realmente nos asustaba pero a la vez nos encantaba.

Sentir su piel sobre la mía, los dos mojados, sobre aquella arena blanca, disfrutandonos, conociéndonos, alimentando nuestro deseo con el mas inmenso placer. 



Antes de que anocheciera nos regresamos a la casa, la fiesta estaba tan entretenida que mi amiga Julia no sintió nuestra ausencia. Nosotros solo nos reíamos por aquella loca pero maravillosa aventura que vivimos aquella tarde. Aprovechamos la fiesta y bailamos, compartimos con los amigos, y tan pronto se termino la fiesta ya cada uno se iba marchando a su casa. Mi amiga se despidió de mi y me dijo que ya se iba a dormir, que si quería me podía quedar compartiendo un rato mas con su primo. Nos miramos, sonreímos y el me pregunta: - Te animas? ... a lo que yo solo le contesto mordiéndome los labios y literalmente arrastrándolo por un brazo hasta su carro.


Regresamos a ese lugar, volvimos a vivir y a reinventar lo que nos falto aquella tarde.

Ya no nos importaba si alguien nos encontraba, o si nos esperaban en casa... nos quedamos para disfrutar como manda la ley, hasta el amanecer.

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