Aquí estoy a tu
merced...
A completa disposición
de lo que se te antoje hacer conmigo.
Llévame donde quieras, sométeme
a esa justicia divinamente seductora donde me hagas rogarte sin piedad, donde me aquietes cual fiera
indomable con dos bofetadas que me hagan lanzarme sobre ti y desquitarme con
besos violentos hasta que me des lo que quiero.
Tortúrame...
Dame gota a gota el
sabor de tu piel;
Hazme agonizar de deseo,
mientras me voy ganando poco a poco un viaje directo al centro de tu cielo,
donde juro por Dios que redimiré todas mis ganas y te haré las confesiones que llevo
guardadas en lo mas profundo de mi piel.
Las puertas de tu templo se abrirán a mí de par en par y no dejare
de rezar dentro de ti hasta que al final me bautices en el rio de tu fuente
celestial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario