viernes, 13 de marzo de 2009

El dios del sexo



Esta noche tuve el placer de conocer en mi sueño a un "Dios". Lo he querido llamar así, por las cosas tan mágicas que hacía con sus manos al tocarme, y por la sensación tan extraordinaria que sentía mi cuerpo cuando él estaba cerca de mi.


Me encontraba en la universidad tomando una clase, de repente salgo del aula y me dirijo hacia el baño, al entrar al baño veo que hay un chico con buen parecido, pelo castaño, alto, ojos claros que casi parecían azules, cuerpo fornido, tenía una mirada que mataba, oh si, como olvidar esa mirada. Tenía puesto un pantalón negro y una camisa blanca, y sobre eso tenía un mandil blanco (de esos que se usan en la cocina). El era el encargado de cuidar el baño, como esos que vemos en las discotecas o en resorts que están ahí para facilitarnos el papel o las toallas.


Completamente impactada con lo que acababa de ver, le pregunto que si ese es el baño de hombres, porque también había varios chicos dentro de éste. Y él me contestó que no, que ese baño era para hombres y mujeres. No le di mente al asunto, entré y me lavé las manos, luego de terminar, el chico me pasó una toalla para secarme las manos... mientras me secaba, las demás personas salieron del baño, quedándonos solos este muchacho apuesto y yo.



Cuando me dirijo a la puerta para salir, él se me atraviesa y le pone seguro a la puerta... Como por arte de magia, el baño se convirtió en una habitación donde solo había una cama. Me miró fijamente a los ojos, como invitándome a que vivamos la mas emocionante de las aventuras. Inmediatamente, me carga, quedando mis piernas entre su cintura. Tan grande fue la excitación que hubo en ese momento que no me quedaba otra opción que seguirle la corriente.



Recostados de la puerta, yo aún enganchada en su cintura, empieza a pasar su lengua por todo mi cuello, yo solo podía lograr cerrar mis ojos para disfrutar de tan extraordinario momento. Entre besos y caricias nos fuimos quitando la ropa, era como si nuestro cuerpo ardiera en llamas y la ropa solo nos estorbara; sentíamos la necesidad de querer unirnos, para así apagar ese fuego que con los segundos se hacía cada vez más intenso.



En la habitación solo podíamos respirar el oxígeno del placer, y cada uno de esos respiros solo aumentaba nuestro deseo de unirnos cada vez más. Era algo insaciable. Nos lanzamos en la cama, sus manos recorrían cada parte de mi cuerpo de tal forma que con cada toque me quemaba. En el momento en que yo quería acariciarlo y brindarle placer, él tomaba mis manos y me decía que no, que él estaba en ese lugar para brindármelo todo a mi. Es indescriptible decir lo que sentí en ese momento al oír esas palabras.



El se acomoda en la cama y me coloca encima de el, quedando mi espalda a su frente. De repente empieza a observar mi tatuaje, lo acaricia, lo besa y siento que mi cuerpo ha llegado al tope del éxtasis; sus manos estaban hechas con alguna sustancia divina. Lentamente, con sus dedos dibujaba la forma de mi cuerpo, y yo viviendo la aventura más grandiosa de mi vida. Aún no quiero despertar, estoy en el clímax total.


Me levanto de la cama y hago de cuenta que me voy; pero el chico se levanta rápidamente y me abraza por la cintura, luego tomó mis manos y las unió a mis espaldas junto con las suyas. Luego de eso, empezó a hacer unos movimientos con su cuerpo, con los cuales el mío también respondió a su llamado. Diría que hicimos el amor con ropa interior. Mi cuerpo ya no resistía tanta excitación, pero le pedía más y más. En mi sueño, solo podía amarlo con locura y desearlo ardientemente, porque él conocía cada una de mis fantasías, las cuales cumplía al pie de la letra sin yo tener que pedírselo. Su cuerpo era como un pozo rebosante de erotismo, y el mío era un cuerpo que tenía sed, sed de él.



Nuevamente, con sus besos empezó a recorrer mi cuerpo, iniciando por el cuello, bajando lentamente por mis pechos, siguiendo por mi cintura y llegando hasta donde se unen mis deseos, donde permaneció por un laaaargo rato, en el mismo lugar donde su lengua hacía unos trucos maravillosos que es imposible describirlo con palabras. Lo sentí tan real que al momento de despertar, mi cuerpo sentía la misma sensación, mi sabana estaba mojada. Fue como un volcán, una explosión, la explosión más grande de la historia.


Sus besos y caricias fueron más que suficientes para apagar cualquier fuego que hubiese existido durante ese sueño, en el cual conocí a un dios, al dios del sexo.

1 comentario:

Yselan Lupo dijo...

espero que ese Dios no te visite cada noche, porque de ser asi se que no desearias jamas despertar.

espero que encuentres tu dios del sexo de carne y hueso para que transforme esa fantasia en realidad.

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