lunes, 26 de julio de 2010

La dama de fuego

A ella la conocí por casualidad en un lugar que empezaba a frecuentar desde hace varios meses… era un bar de mala muerte, pero ella con su presencia le daba vida al lugar.

Mientras su vida giraba entorno a un tubo, mi vida giraba alrededor de ella; no podía sacármela de la cabeza, no podía dejar de ir a verla, sus movimientos de cada noche merecían mis aplausos, ella no dejaba de asombrarme.

Su cuerpo era perfecto, su rostro parecía de porcelana, sus ojos incitaban a la pasión, su boca solo provocaba deseo hasta en el más santo de los hombres.

Atraía a todos los hombres de la ciudad, sus bailes eróticos eran tan excitantes que los hombres pagaban hasta la vida por tan solo verla de cerca o tocarla… el aroma que ella dejaba en el lugar era tan subliminal, como una especie de afrodisíaco, que se podía ver algunos hombres masturbándose desde sus asientos.

Una noche que no pude ir al bar, éste se incendió, muchos resultaron gravemente heridos, otros murieron, otros inconscientes, las quemaduras de los allí presentes era algo como sacado de una película de terror. Ella se había quemado el rostro y algunas partes frontales de su cuerpo, muchos decían que hasta espantaba.

El lugar fue reconstruido y ella seguía bailando allí, ahora lo hacía con una máscara y con un traje con el que cubría su piel… Poco a poco los hombres dejaron de frecuentar el lugar, ya no les atraía aquella esplendorosa mujer que en el pasado arrastraba hasta al más sensato de los hombres.

El lugar quebró y posteriormente fue cerrado, pero ella seguía bailando en aquel lugar aunque solo lograra escuchar los aplausos del silencio… Yo iba a verla todas las noches, ahora bailaba en ropa interior, sin miedo de mostrar sus quemaduras pues aún se sentía sexy, y yo la veía así… Solamente yo habitaba el lugar, solo a mí me bailaba, solo yo la admiraba, y seguía deseándola como el primer día.

Muchas noches pasaron, y yo ya podía tocarla, mirarla de cerca y hasta besarla... todas las noches hacíamos el amor ardientemente en aquel antiguo bar, todas mis fantasías ella me las cumplía y yo las de ella; pero aparte de todo eso, lo que más me gustaba era verla bailar, a mi dama, mi dama de fuego.

2 comentarios:

Yselan Lupo dijo...

Me quito el sombrero ante usted me ha superado… acaso será una coincidencia extraña pero de casualidad ese bar en realidad sea tu habitación y la mujer de fuego seas, tu mirando en el espejo de la fantasías… APLAUSOS PARA TI

Lïßělula ® dijo...

Muchisimas gracias Yselan

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